En la experiencia del confinamiento, algunos gozan de una compañía que antes quizás no disfrutaban, y otros se sienten encerrados por la presencia permanente del otro. Los espacios privados se desdibujan, porque todos están todo el tiempo y los cuerpos se cruzan, se rozan, se huelen de manera constante, lo cual conlleva aumento de las excitaciones y la necesidad de descarga de las mismas. La descarga se da vía la acción, la sexualidad o la violencia. Este aumento de la excitación produce desde irritabilidad, insomnio, impotencia, hasta emociones más intensas, como ganas de golpear. De ahí que se registren acciones solidarias, pero también violencia y transgresión a la ley”, sostuvo Goldstein.
¿Cuáles son las recomendaciones?
1. Mantener los espacios individuales dentro de la casa:
En tanto la mayor parte de la gente vive en espacios reducidos, o de pocas habitaciones, podemos afirmar que no hay espacio vacío donde refugiarse salvo en el baño. La falta de un rato de silencio o de privacidad genera tensiones.
Por eso, una de las primeras soluciones es alternar los espacios de privacidad, para que cada uno tenga el suyo. Por ejemplo, si hay un solo lugar que haga de escritorio, repartirlo estableciendo cuándo cada uno puede usarlo, para que todos puedan hacer sus tareas y trabajos tranquilos, o tan solo meditar: es una buena opción.
Las parejas que hacen home office pueden aislarse con auriculares, pero si hay niños que reclaman atención, alguien se tiene que ocupar de ellos. La idea es encontrar una distancia óptima, para despertar el deseo de volver a estar con el otro.
2. Repartirse las labores domésticas diarias:
Es necesario dividir y alternar las tareas de la casa, para que ninguno se sienta alterado o malhumorado. Si alguien gusta de cocinar, pero lo tiene que hacer dos veces al día, se cansará de hacerlo. Hay tareas menos gratas, como lavar los platos o la ropa. Es bueno ir alternando quién hace esto o aquello, para mantener un equilibrio de dedicación.
El otro extremo de dejar la casa sucia o en desorden, conduce a la dejadez y, la dejadez, a la depresión y al maltrato.
3. La imagen y la higiene... ¡ante todo!
No hay que descuidarse en el arreglo, ni en el aseo. Si antes nos mostrábamos ante el otro, vestidos con esmero y perfumados, no nos abandonemos para andar todo el día en pijama o chancletas, porque la pareja necesita de nuestra imagen para sentir agrado y deseo: cada uno de nosotros requiere ser deseado y amado.
Desatender el arreglo personal es un factor de desánimo, para sí y para los otros. Claro que el desánimo lleva al abandono, pero el abandono también lleva al desánimo.
4. Estimular el deseo sexual:
El punto anterior, nos conduce directamente al tema de la sexualidad. La pérdida del deseo y del estímulo que viene desde el otro lleva a la caída del erotismo.
Si bien, la sexualidad es más que el acto amoroso en sí, justamente la idea es darse tiempo para no perder la sensualidad: la pasión. El concepto de “cita” es importante. Jugar a que se tiene una cita, estimula las ganas del encuentro.
Acá también tenemos que tener en cuenta que, la tristeza y la depresión, conducen a la caída del deseo, pero también que el deseo es “promover ser deseado” por el otro.
5. Descanso reparador:
Si hay niños, la demanda es mayor, y aún mayor es el esfuerzo y el cansancio. Estar en casa no significa que se descanse bien o lo suficiente. Muchas parejas y familias pierden el ritmo de los hábitos porque se quedan hasta muy tarde viendo series o jueguitos. El descanso es imprescindible, porque la falta de sueño genera malhumor.
Justamente, lo que ahora necesitamos, es buen humor y buen carácter, para lo cual el descanso es imprescindible.
6. Mantener el romanticismo y los gestos de cariño hacia la pareja:
No perder los modales, los gestos, los halagos, y el romanticismo. Si no se puede salir a comprar una flor, se puede tener algún gesto que sabemos que al otro le hace bien. Esta cuarentena puede ser una oportunidad de recuperar deseos y costumbres olvidados.
7. No relegar la satisfacción personal:
Otra situación frecuente es realizar alguna actividad o aprendizaje que no hemos podido concretar. En lugar de culpar a los otros por ello, o a la falta de tiempo, destinemos unas horas a hacerlo por Internet porque nos hará recuperar las ganas de vivir, la esperanza y, sobre todo, el ánimo para compartir con los otros.
8. Mantenerse activo físicamente:
Hacer alguna rutina de gimnasia incluso con los niños. Todos necesitamos ser cuidados en nuestra salud, pero nuestro cuerpo no es solo no estar enfermo sino mantenerse activo, flexible. Nuestro cuerpo es el equilibrio entre la salud física, emocional y mental.
9. Los juegos en pareja:
Lo lúdico se concreta de muchas maneras. No solo los niños requieren del juego para estimular la imaginación y las fantasías, descargar la rivalidad y la competencia, sino también los adultos y las parejas. El juego es fuente de energía psíquica, promueve la risa y el contacto afectivo. Se recomienda para combatir el desgano.
10. La importancia de no perder la charla fluida dentro de la pareja:
La charla es otra cosa a estimular y reinventar. El mutismo puede ser provocado por el encierro y, a la vez, el encierro provoca ensimismamiento.
Por ello, una de las formas de evitar la violencia familiar y desocupar la angustia ante lo incierto es encontrar tiempos de charla, aún con los niños que también reciben desde los medios estímulos tóxicos.
Recomendación final: cada pareja y familia resuelve lo mejor que pueden sus tensiones y conflictos, pero en estos momentos, en que la amenaza de muerte es real e inunda nuestras percepciones a través de las noticias o los mensajes de WhatsApp, todo aquello que sirva para descomprimir esa toxicidad, ayuda.
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